EL CORZO Y SU SANTA MADRE

Página dedicada al corzo, su vida y avatares. También a narrar las satisfacciones que nos reporta a los que disfrutamos con la gestión de sus poblaciones, contemplando sus espantadas por el monte, o intentando darle caza de vez en cuando.

21 de marzo de 2011

DE CAZA POR LA RED

            Todos los años ocurre lo mismo. Termina la temporada general y algunos, cada vez más seguramente, ya empezamos a preguntar, bucear y trastear por Internet, a la búsqueda del corzo anual.
           Este año no podía ser distinto. Sin embargo la búsqueda, que siempre me había correspondido a mí,  se ha incrementado con la que realiza Jose por su lado. Tampoco tiene coto con corzos, pues ha dejado lo de Los Navalucillos y no puede evitar, como buen corcero que es, la sensación de vacío que deja el no estar pensando por donde entrarle al amigo tragabalas el día uno de abril.
           Por lo tanto, hemos comenzado el buceo por las páginas de Internet y nos vamos comentando los resultados. Ofertas hay muchas, pero al no conocer por donde nos movemos, andamos dando palos de ciego y cuando encontramos algo que parece interesante, llamamos y ya está vendido.
            Hemos ido a Las Navas del Marqués, hace un par de semanas, al encontrar Jose un anuncio que parecía hecho para nosotros. Quedamos con el vendedor y nos ofrecía dos corzos, pues un tercero ya lo había vendido. Fuimos a la finca, muy cerca del pueblo, vimos el terreno y nos situamos en dónde estábamos. Por supuesto que no pretendíamos ver corzos, pues hemos ido pasado el mediodía y no los hemos visto.
             La finca tiene la ventaja de su buena ubicación, colindante con Peguerinos, coto del que ya conocemos su bondad en corzos. Sin embargo, la cobertura vegetal son sólo piornos, pues no hay un árbol y yo diría que la mitad de su superficie, por lo menos, son praderas o zonas desbrozadas. Es decir, la finca tendrá comida, pero no demasiado abrigo. Si a ello añadimos que vimos una inmensidad de ganado, sospecho que cazar un corzo allí va a ser complicado.
             Jose, como buen principiante en esto de buscar corzos en zonas desconocidas, cayó enseguida en los brazos del vendedor y apalabró el corzo. Yo, quizá con el colmillo más retorcido por años de desengaños, ponderé lo que ofrecían, que para mí únicamente era la palabra del vendedor, con lo que pedían, seiscientos euros por un fin de semana de caza, únicamente y decidí no aceptar. espero no arrepentirme.
             El diálogo, fue más o menos así:
             - Si tenemos que venir contigo, supongo que si cazamos el corzo te pagamos y ya está. Será a corzo muerto.
            - No, no es a corzo muerto. Vosotros me pagáis el corzo, venimos y seguro que lo cazamos. Ya tengo controlado alguno.
             Me respondió sin inmutarse.
             - Francisco, que la única garantía que tenemos es tu palabra.
             - Seguro que cazamos el corzo el fin de semana.
             - ¿Y si no lo cazamos porque no vemos ninguno?. Podremos venir otros días, ¿no?, siempre que no tiremos...
             - Hombre, si no viéramos ninguno, os invitaría otro día.
             - Y si no vemos o no tiramos, perdemos el dinero.
             - Esas son las condiciones.
             A lo que le respondí, sin necesidad de pensarlo siquiera.
             - A mí así no me interesa.
             Si puedo decir que algo en el vendedor no me gustó, aunque en ese momento no supe decir el qué. Cuando me dijo que nosotros pagábamos por un fin de semana, por supuesto con él, lo que decía mucho en su favor, pero que si no cazábamos podríamos volver otro día, como mucho y porque nos invitaría él, siendo esa toda su garantía, me eché para atrás.
No entraba en mi cabeza que si por un casual, como muchas veces ocurre con la caza del corzo, el fin de semana elegido no me se movían y no veíamos ninguno, o veíamos alguno pequeño o no tirable, tuviésemos, encima, que agradecerle al señor, que nos invitase otro día, supongo que cuando él quisiera.
              Así quedó todo. Jose se lo fue pensando y antes de llegar de vuelta al pueblo le dijo que él si aceptaba y fijaron ya el fin de semana, a expensas de que hiciera bueno, pues con tan poco tiempo no era cuestión de elegir mal. También le dejó una señal.
              El lunes, al volver al trabajo, me fui derecho a preguntar por el coto en cuestión y ¡oh sorpresa!, nos estaban vendiendo lo que no tenían. la finca tenía la mitad de la superficie que nos dijo y tenía un precinto de corzo. Teniendo en cuenta que, según él, ya había vendido un corzo, a nosotros nos vendía humo.
              Nos mintió no sólo en los precintos o la finca, sino también nos dijo desconocer a una persona, conocida nuestra, de la que sabíamos que había tenido un coto por esta zona y que resultó ser el anterior arrendatario. Sin embargo, dijo no saber quien era. Es curioso que nos pretendiese engañar, cuando a nosotros, realmente, nos daba lo mismo. De esto me enteré también el lunes. Una pena no haberlo sabido antes, pues seguro que Jose no le hubiese apalabrado el corzo.
             Antes de llamarle yo, ya me llamó Jose. Había estado pensando en lo que pasó ese día. Cuando le conté lo que yo había averiguado, se dio cuenta de que se había, quizá, precipitado. Pero como ya ha dado la señal, iremos a ver que es lo que pasa. Supongo que dará para otros relato largo.
             Continuamos buscando y he encontrado algunos más pero, de momento, se salen de precio. Igual cuando vaya llegando el primero de abril bajan algo. Esperaremos un poco más.
En cualquier caso, a pesar de todos los avatares y las pequeñas desilusiones que nos vamos llevando navegando por la Red, hay que decir que este "rececho" es muy entretenido, tanto como los de los corzos de verdad y te proporciona tantas satisfacciones como el otro, pocas. Pero intensas, sobre todo si encuentras un mirlo blanco, algo que todavía no hemos pillado, aunque no perdemos la esperanza.
             Ya contaré en abril o por ahí como nos ha ido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario