EL CORZO Y SU SANTA MADRE

Página dedicada al corzo, su vida y avatares. También a narrar las satisfacciones que nos reporta a los que disfrutamos con la gestión de sus poblaciones, contemplando sus espantadas por el monte, o intentando darle caza de vez en cuando.

18 de abril de 2011

¡YA TENEMOS EL CORZO ANUAL!

     Para ser más exacto, ya tenemos apalabrado el precinto para el corzo anual, que no el corzo. Así es, después de muchas idas y venidas, llamadas, parlamentos y pequeñas frustraciones, parece ser que, por fin, tendremos corzo. Y digo tendremos porque he apalabrado dos, todos los que vendían, uno para mí y el otro para Ambrosio, al que ya para comentárselo y me dijo estar de acuerdo.
     Ya he comentado en un relato anterior la búsqueda de este año, tanto por Josito como por mí, por Internet o a través de terceras personas. Pues bien, al final, sin esperarlo ya, uno de los muchos contactos se ha hecho realidad. 
     A mediodía me llaman por teléfono. Es David, el Secretario del Asocio, al que llamé hace un mes, más o menos, preguntándole por los corzos de la Sierra de Ávila, pues me habían dicho que ya les autorizaban la caza de un par de ellos, o tres, en esta temporada. Me confirmó esa noticia, pero, además, me dijo que ya habían tenido un precinto el año pasado, pero que no lo habían vendido ni, por tanto, cazado. 
     No era mala noticia, hasta que llegamos al precio, que yo pensé que era uno y resultó ser unos trescientos euros más caro de lo que yo esperaba, incluyendo el IVA. Ante ese precio, un 40% más caro de lo esperado, sólo pude decirle que no me interesaba tan caro. No necesitaba consultar con Ambrosio, aunque después si se lo dije, pues el precio era mayor que el que pagamos en Soria el año pasado y aunque para mí, la cercanía del coto compensaba el mayor precio, para él, aunque venir hasta Ávila le lleve menos tiempo, realmente le compensa poco. Así se quedó.
      Seguimos buscando corzos en Las Navas del Marqués, como ya comenté, en donde Josito se quedó con uno, en Segovia en tres cotos distintos, del que aún espero la respuesta de uno de ellos. Espero que esa respuesta sea positiva, a pesar de ya tener un corzo, pues me interesa entrar ahí, para tenerlo asegurado en próximos años, a un precio aceptable, similar al de la Sierra de Ávila, en donde, por el contrario, no puedo afirmar que otro año pueda tenerlo.
     Tito, del que hablaré otro día, también nos estuvo localizando algún corzo en Zamora, pero no cuajó y nos advirtió a tiempo de un coto de Toledo que salía a subasta y al que pensábamos concursar.     Hemos llegado a ir hasta Navafría, en donde subarrendaban una parte del coto con cuatro precintos de corzo, por una cantidad desorbitada. Aún así fuimos, pues Josito quería conocer al que vendía para intentar entrar de socio con él. Pero no se presentó, sino que mandó un representante y no podía haber trato respecto del trozo de coto que vendía, por la cantidad que pedía pues, a pesar de que justificaba el precio en la posibilidad de dar hasta tres monterías o seis ganchos, un simple paseo en coche por las pistas del monte nos permitió ver que este pinar ordenado desde hace más de un siglo, precisamente por esa modélica ordenación, alberga pocos sitios de encame para los jabalíes, por lo que esas batidas se podrían dar entre amigos, pero no comercialmente, para que ayudasen algo a bajar el precio de los corzos. Sin esa ayuda, los corzos costaban más de tres mil euros por cabeza. No hubo trato.
    Afortunadamente no hubo trato, pues aunque yo ya dije que no entraba en ese precio si que les aseguré a mis compañeros que corzos había muchos. Les hubiera engañado. El pasado lunes me reuní en Segovia con mis compañeros de la Comisión de Homologación de Trofeos de Castilla y León, de la que soy vocal y comenté el asunto con mi amigo Pedro Ramos, vocal por Segovia y que tuvo Navafría durante muchos años, pero ya hace bastantes también. Me contestó que había hecho bien pues había bajado mucho la población de corzos en la sierra, a la vez que había ido aumentando en el pie de monte y en la llanura segoviana.
     Yo había conocido esa zona hacía ya más de diez años y como no había vuelto más pues pensaba que seguía igual. Menos mal que nos pidieron mucho dinero y no entraron ellos, si no, se hubiesen estado acordando de mi toda la temporada.
     Después hemos estado en contacto con la Comunidad de la Ciudad y Tierra de Segovia, que posee varios cotos en la sierra de Segovia y el mayor de ellos en Peguerinos, Avila. Estamos pensando si asistir a un concurso de un pequeño coto, a caballo entre Valsaín y El Espinar, pero tras las noticias de Pedro Ramos, no sabemos que hacer. En cualquier caso es caro y esperaremos a ver que pasa.    
     Seguramente me dejo algunos contactos más buscando corzos, pero estábamos con David. Como hablo con él habitualmente, pensé que se trataba de algún asunto de trabajo. Pero, que va, eran los corzos. Me preguntó si seguía interesado en un corzo en la Sierra de Ávila. Le contesté que al precio que me pidió no y me respondió que al precio tasado en el pliego de condiciones más el IVA, a lo que, sin pensarlo le dije que no uno, sino los tres, contando con Josito, sin haber contado con él previamente, pero me respondió que tenían dos y una corza, por lo que le apalabré los dos.
     Hemos quedado después de Semana Santa para los precintos, el papeleo y el pago de los mismos. Espero que no haya ninguna pega hasta ese día. Ya lo veremos.
     La  verdad es que estoy ilusionado, como sólo lo puede estar un corcero, con la posibilidad de poder cazar mi primer corzo en Ávila, tras más de veinte años aquí y con todos los avatares que hemos pasado hasta ver que ya empieza a ser un animal habitual por estas sierras. Digo hemos pasado, pues en esa aventura tuve a mi lado a buenos compañeros de viaje, agentes, celadores y técnicos de Medio Ambiente en Ávila y amigos en otras provincias.
     Aunque posiblemente la zona de caza se haya poblado por la expansión natural que el corzo viene experimentando desde hace unos quince años por el Valle Amblés, desde Segovia y Peguerinos, también creo que las repoblaciones que hicimos en el Valle de Iruelas y sobretodo, en el Puerto del Pico, han contribuido a que el corzo llegue aquí. Esta circunstancia tiene para mí un morbo especial, pues digamos que, si consigo cazar uno, cierro el círculo, algo que no conseguí en el Valle de Iruelas, en donde pagué un precinto hace años y me quedé con él, pues no conseguí disparar sobre corzo alguno. Cierro el círculo desde la repoblación de unas sierras vírgenes de caza mayor, excepto algún jabalí que, con los años y esfuerzos de mucha gente implicada en el proyecto, pasan a albergar poblaciones de corzo, terminando la historia con la consecución de un trofeo, fin último, que no exclusivo, de aquéllas repoblaciones. A ese morbo habría que añadir la satisfacción íntima de conseguir el primer corzo del coto.
     La zona la conozco, pero dudo que alguien sepa que densidad de corzos hay, aunque nunca se haya cazado. Tampoco sabemos como serán, por lo que habrá que echarle algunas madrugadas y trasnochones para ir localizando los animales y decidir, sin prisa, que animal tirar, si fuese posible hacerlo y acordarnos, con toda seguridad, del título que le puse a este blog que recoge mis vivencias corceras.
     A esperar el desarrollo de los acontecimientos. Espero poder contar aquí la caza de mi primer corzo en Ávila.

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